El miedo es un ente que anda siempre presente en nuestra vida, que camina junto a nosotros, susurrando posibilidades en el viento, recordándonos que somos vasijas de barro, frágiles... atando nuestros actos y pensamientos con una cuerda invisible a los ojos pero perfectamente perceptible a la vista del alma.
Es el causante de la mayor frase de auto-condena "no puedo", y de las desgracias que ella conlleva.
Personalmente, este viejo conocido, ha sido compañero en muchas etapas de mi vida, podría decir que en ocasiones lo he visto disfrazado de "crueldad" en los labios de profesores o personas que se han cruzado en mi camino y otras veces lo he visto en el espejo, convenciéndome de que una decisión desacertada y cobarde era la más favorable por como estaban las cosas ... ha sido un compañero que un día fui capaz de matar, del que conseguí desprenderme, un enemigo al que logré combatir con tan solo dos armas, el amor y la verdad.
En mi caso la verdad fue una espada con doble hoja, para hacer uso de ella tuve que agarrarla con fuerza y ver sangrar en mis manos las raíces de la mentira, que por culpa del miedo habían plagado todo mi ser. La mentira había penetrado en mi interior y había enraizado en todo lo que soy y para hacerla desaparecer no me quedo otra que arrancarla de mi espíritu delante del espejo, con la verdad en la mano, y solo así encontre la paz conmigo mismo.
Al enfrentarme al espejo de mi vida, el miedo se hizo más grande y más fuerte, pues la espada de la verdad es una espada poderosa, pero pesada para las manos que no están acostumbradas a cargar con ella. El peso de la verdad es demasiado grande y es más cómodo llevar el látigo del miedo y la mentira, aunque su único uso sea infligirnos daños a nosotros mismos.
Aunque al principio el miedo se fortaleció en mi, no consiguió su objetivo, tantas veces alcanzado, no consiguió doblegarme, pues esta vez la verdad no venia sola..... el amor la acompañaba y no solamente el amor de una pareja sino todo el amor que la verdad porta consigo, el amor de la familia, el amor de Dios, el amor de la gente que te rodea, ese amor es tan grande que la luz que iradia es capaz de acortar cualquier ápice de oscuridad y ayuda a levantar cualquier templo al borde del derrumbe, ayuda a repetirte en el interior "una vez más"... concretamente el amor que me aporto la verdad consiguió encender de nuevo la paz y la llama de la motivación de mi vida, consiguió que recordase el camino, el motivo y el sendero que siempre he querido y pretendo seguir.
Desde ese día hasta el día mismo de hoy he comprendido que el camino de la verdad puede no ser el más cómodo pues en el podemos encontrar días nublados (incluso semanas), tramos cuesta arriba y rosas con espino, puede incluso que en ese camino perdamos a seres queridos y que nos creamos solos y abandonados, pero toda duda se despeja al ver, que ese camino es el único que nos lleva a la paz, a cumplir nuestros objetivos y a llevar una vida plena.
Con frecuencia todos solemos, presa del miedo, abandonar nuestro camino, ni si quiera podría asegurar que no volviese a caer en sus garras, pero lo que si tengo claro es que cuando lo haga lo combatiré con la misma espada y con el mismo poder que una noche encendió el oscuro cielo de Granada, elevando su luz desde un balcón hasta el punto más recóndito del cosmos, cambiando mi vida, mi universo para siempre.
Esto es todo lo que hoy os puedo decir desde un rincón del alma, desde una esquina del mediterráneo en una noche colmada de estrellas....bajo el cielo nosotros y sobre nosotros .......el universo entero.